Están repartidos por toda la costa y se han convertido en emblema de nuestras islas. Los escars o varaderos tradicionales son el reflejo de la forma de vida de los formenterenses en aquellos tiempos donde el turismo era prácticamente inexistente y la economía de la isla no era ni de lejos tan próspera como lo es ahora.
Antiguamente, los recursos que ofrecía la tierra no bastaban para abastecer a la población, por lo que buscar alimento en el mar era la solución más lógica. Es por ello que muchas familias disponían de una embarcación (llaüt) para salir a pescar.
Los escars eran construcciones destinadas a resguardar las embarcaciones. Se sitúan en puntos de fácil acceso a la costa (Cala Saona, Es Caló, Es Pujols,…) sobre los que se colocan una sería de guía de madera que permiten deslizar la embarcación hasta el mar y recogerla facilmente.
Además, para evitar que la sal y el sol (una mala combinación) afectara la embarcación cuando estaba fuera del mar, se construyeron una especie de casetas de madera que actuarían como almacenes.
Por su interés histórico, estas construcciones fueron declaradas como bien de interés etnológico en 2002. Hoy en día, además, forman parte del paisaje de la isla y su imagen se ha convertido en icónica.