Uno de los lugares más emblemáticos y que conserva todavía la esencia auténtica de la Formentera más rural es, sin duda alguna, la Mola.

El otoño es quizás una de las mejores épocas para visitar esta meseta, que se alza 192 metros sobre el nivel del mar convirtiéndose así en el punto más alto de Formentera.

Allí podemos visitar la iglesia de la Mola, un pequeño templo levantado en el siglo XVIII y dedicado al culto de la Virgen del Pilar.

Dar un paseo por los pinares que rodean la meseta.

Visitar el Molí Vell, el último molino harinero que funcionó en Formentera y que se restauró para ser visitado.

Ir al Faro de la Mola, que se erige sobre unos impresionantes acantilados y donde recientemente se instalado un centro de interpretación del faro y la cultura marítima de la isla.