En muchas ocasiones las leyendas son instrumentos narrativos que se usan para transmitir un hecho real ocurrido en el pasado, adornado con elementos fantásticos o maravillosos del folclore, que en su origen se transmite de forma oral.

Hoy os traemos una historia muy curiosa, recogida en el libro «Rondalles» de Joan Castelló y que narra la leyenda que envuelve la formación del Estany Pudent.

La leyenda dice así (relato recogido en la sección Coses Nostres del Diario de Ibiza):

Érase una vez una rica heredera viuda y una finca espléndida surcada de torrentes y manantiales de aguas cristalinas. La viuda, una mujer trabajadora y orgullosa de su hacienda, tenía, sin embargo, dos hijas algo vagas a las que poco o nada preocupaba el devenir de las cosechas y el estado del ganado. A pesar de tal desidia, la madre cometió el error –uno de esos errores sin los que difícilmente existirían las fábulas– de dejar una herencia compartida, lo que en la práctica se tradujo en dos herederas que competían en ruindad y egoísmo, porque, a pesar de que cada una de ellas quería la finca en exclusiva, ninguna mostraba mucho interés en sacarla adelante. Hasta tal punto llegó el odio que se profesaban las dos hermanas, mientras la hacienda perdía brillo, que un buen día los insultos acabaron en maldiciones. Y ya se sabe que hay que tener mucho cuidado con las maldiciones, porque pueden cumplirse.

La una le dijo a la otra una expresión tan de la tierra como «Mala fi puguis tu fer, i sa hisenda també!» –al menos con esas palabras lo recuerda Joan Castelló en su libro ´Rondaies´–, y la otra le respondió: «Lo que desitges tenguis!». Y, por supuesto, se cumplió. Cuentan que se escuchó el rugido del mar y una gran ola se levantó sobre la tierra y golpeó la hacienda, arrasando pastos, cultivos y construcciones. Las dos herederas y su fabulosa casa desaparecieron y las aguas estancadas que quedaron de la gran ola se convirtieron en s´Estany Pudent. Adiós a los manantiales de agua potable. Y para que la historia quedara redonda, los habitantes de la isla cuentan todavía que las ruinas de la casa aún pueden verse en las aguas del estanque los días más claros.

La realidad de este espacio natural ubicado en el corazón del Parque Natural de Ses Salines, todavía no está muy clara. Sin embargo, si quisiéramos buscar un paralelismo real con esta leyenda, podríamos retrotraernos al año 36, cuando se emplea este enclave como base de hidroaviones.

Y es que durante la construcción del depósito de combustible que todavía hoy se conserva, los operarios trabajaban allí extrajeron toda clase de restos antiguos: sillares, lajas,…

Recordemos además que en las proximidades del Estany Pudent, se haya uno de los yacimientos arqueológicos de la isla de Formentera: el sepulcro Megalítico de Ca Na Costa.

¿Pudo haber subido el nivel del mar enterrando construcciones más antiguas? ¿En qué punto se une en esta ocasión leyenda y realidad? Esto sólo el tiempo y las investigaciones científicas lo dirán.