Hoy os traemos una historia que va de brujas, mal de amores y demonios y que está ambientada en una de las callejuelas más bonitas de Dalt Vila, que documentos del siglo XVIII la nombran como carrer del Cementeri, ya que iba a parar el cementerio que había ubicado en la Plaza de la Catedral.
Quizás por esto o no, hay quien se inventó una leyenda que dice así:
“Hoy en día es una calle con montañas de escombros y plantas rebeldes que sobrepasan las paredes. El suelo cruje y en el silencio de las ventanas ciegas parece que ojos invisibles siguieran tus movimientos.
En alguna de estas casas viviría la bruja a la que hace referencia una leyenda. Aquella que explica cómo una mujer, desesperada por el abandono de su amante, acudió a pedir su ayuda. La hechicera, mirándola fijamente, le advirtió que si realmente deseaba recuperar a su amado, habría de ser valerosa. Comparecer en el callejón poco antes de la medianoche.
Las casas oscuras, el cielo negro, los garos y mil susurros sin nombre. Tras el encuentro, la bruja colocó a la mujer en el medio del carreró. “Espera…” Dieron las doce en la catedral, y de súbito una voz desconocida, gutural y horrísonamente grave, salió de la oscuridad con un grito inarticulado. Demoníaco.
La mujer, aterrada, corrió a refugiarse en los brazos de la bruja. Ésta, dándole golpecitos en la espalda, sonrió. “Te ha dicho que tendrás lo que deseas”.
Y al día siguiente regresó el pródigo.” Garrido
Al final de la calle, justo antes de hacer el giro que le cambia de nombre, está el antiguo hospital civil. Dejó de funcionar poco después de la guerra de 1936.