Cómo íbamos a empezar esta sección sin apoyarnos en una de las leyendas más repetidas de la isla. La travesía vikinga hasta las costas de Formentera…ahí es nada.
Cuenta la leyenda que corría el año 1108, época en la que las Pitiusas vivían bajo el dominio árabe, cuando el príncipe normando Sigurd, no se sabe muy bien por qué (¿aburrimiento? ¿espíritu de aventura?), decidió embarcarse en una cruzada hacia Jerusalén.
Tres años le llevo al muchacho llegar hasta tierra santa, pero no se lo pasó mal en el camino ya que arrasó Coimbra y masacró a la población de Lisboa por aquello del qué dirán.
Fue cuando la flota atravesaba el Mediterráneo con destino Sicilia, que al paso de Formentera, vieron que había un grupete de piratas musulmanes que estaban refugiados en una cueva en los acantilados de la Mola, escondiendo el botín de los saqueos que realizaban por la zona.
Bien, pues dice la leyenda, que los muy aguerridos soldados vikingos ras fracasar en el primer intento de tomar la gruta, no se les ocurrió nada mejor que subir hasta arriba del acantilado 2 barcas que luego descolgaron con cuerdas hasta la entrada de la cueva para atacar a los piratas.
En un alarde de ingenio, decidieron prender fuego a la entrada de la cueva para asfixiar a los piratas que se encontraban dentro flipando en colores con la estrategia militar de los vikingos.
Al final de todo, los vikingos se hicieron con el botín y siguieron su travesía hacia Oriente.
¿Qué tiene de verdad esta historia? Pues ya os podemos decir que tesoros, poquitos. Efectivamente las pitiusas estaban bajo dominio árabe y si, la Cova des Fum fue usada por ellos, pero más como un lugar de enterramiento que como escondrijo para almacenar ningún tesoro.
Si os ha gustado la historia, os recomendamos visualizar el siguiente documento histórico en el que, con una narrativa ligera y llena de simbología, Lucrecia y sus amigos pelochos (también conocidos como Lunnis) nos cuentan la historia del rey Sigurd y el tesoro pirata.