Formentera es conocida internacionalmente por sus playas y sus aguas cristalinas, sin embargo, si decides venir a este paraíso balear a disfrutar de tus vacaciones, te recomendamos que no pierdas detalle de la oferta cultural que ofrece nuestra isla.
Las iglesias de Formentera no sólo tienen un interés religioso, sino que su arquitectura representa perfectamente la época en la que fueron construídas y su misión, además de la puramente ideológica.
La iglesia de Sant Francesc
Inaugurada en 1738 su arquitectura nos recuerda a una fortaleza, y es que además de cumplir la función tradicional de lugar de culto, la iglesia de Sant Francesc servía además como refugio para la población cuando era atacada por los piratas berberiscos.
La iglesia de La Mola
La iglesia de Nuestra Señora del Pilar fue construida en 1784 bajo el obispado del aragonés Manuel Abad Lasierra a raíz de la necesidad que tenían los habitantes de La Mola que hasta disponer de este espacio de culto, se desplazaban hasta el mirador para oficiar las misas.
Se trata de una construcción sencilla con una única nave rectangular cubierta por una bóveda de cañón. Desde su campanario se puede divisar perfectamente la amplia meseta que forma la Mola y la costa adyacente.
Como curiosidad, destacar que en su campanario se haya una campana de bronce proveniente de un barco holandés con la inscripción Harmanus Walbroek me fecit anno 1774 Rotterdam.
La iglesia de Sant Ferrán
Es la más tardía de las 3 iglesias de Formentera. Se empezó a construir en 1853, siendo inaugurada en 1889. Se encuentra en el centro del pueblo y merece la pena su visita para contemplar el impresionante embaldosado de su interior.
Capilla de sa Tanca Vella
Esta preciosa capilla románica de planta rectangular se construyó en 1369 y se dedicó a san Valero. Sus reducidas dimensiones son un reflejo de la poca población que habitaba la isla en aquel momento (despoblada en 1348 por un brote de peste negra). A finales del s.XVII se inicia el repoblamiento definitivo de la isla y en 1718, sa Tanca Vella pasa a convertirse en vicaría, instalándose un cementerio a su costado. En 1738, con la inauguración de la iglesia de San Francisco Javier, la antigua capilla medieval se clausuró, permaneciendo abierto únicamente el cementerio.